Lago de Ilopango

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El Salvador

lunes, 17 de octubre de 2011

Cuando la palabra "aburrimiento" no existe

Cuando pensamos en estilos de vida, ¿qué exactamente se nos viene a la mente? ¿Pensamos en un estilo de vida en particular, o en varios estilos de vida que están interconectados el uno con el otro? Está claro y es muy visible el estilo de vida en ciertas personas, pero en otras personas es difícil encontrar uno en particular. Por ejemplo, es fácil determinar el estilo de vida de una persona ordenada, que tiene una rutina establecida en cuanto a los deberes y obligaciones que tiene que cumplir, que además participa en actividades extracurriculares o tiene tiempo para divertirse un poco, y además, consigue ser una persona que triunfa. Diríamos pues, que esa persona lleva un estilo de vida organizado y balanceado. Pero hay otras personas, por ejemplo, alguien que es una semana muy ordenado y sistemático en sus quehaceres, pero luego la otra semana decide que “necesita descanso” y no va a clases, ni estudia los fin de semanas, y decide irse de fiesta o de viaje, evadiendo de este modo sus responsabilidades. ¿Qué estilo de vida dijéramos que tiene la segunda persona en nuestro ejemplo? ¿Le denominaríamos de una vez un estilo de vida “desordenado que no sabe muy bien que es lo que quiere” o dijéramos que lleva un estilo de vida vago y fiestero ?

Al escribir este ensayo, me acuerdo mucho sobre las palabras que nos decía en varias ocasiones mi padre cuando yo o alguno de mis hermanos le decíamos “Estoy aburrido” o “No hay nada que hacer”. Estas palabras fueron: “Yo no los entiendo a ustedes, yo a sus edades nunca me aburría, es más, nunca me he aburrido en mi vida porque siempre encuentro algo que hacer, para mí la palabra aburrimiento no existe, no está dentro de mi vocabulario.” Qué interesante y motivante es escuchar que una persona nunca se aburre. Muchos probablemente nos preguntaremos cómo hace, porque estaremos pensando: “ciertamente alguna vez en su vida tiene que haberse aburrido,” pero si realmente nos ponemos a pensar es posible. El problema realmente no está en que no hay nada que hacer, sino en las soluciones que ha brindado la sociedad al problema del aburrimiento.

Soluciones como: ir de compras, o meternos a “Facebook” a ver qué hay de nuevo. Yo admito que soy muchas veces una víctima del consumismo. Cuando me quiero distraer un poco, o estoy aburrida, me voy de tiendas, e incluso termino comprando algo, muchas veces justificando la compra pensando: “si no me lo regalo yo misma, ¿quién más me lo regalará?,” o “esto es algo que voy a usar bastante” o la típica excusa de “me lo merezco y lo necesito”. Estas excusas no nos las inventamos de la nada, están siempre alrededor de nosotros, dónde sea que vayamos, veremos un anuncio publicitario que diga: “estas vacaciones vete de viaje, te lo mereces” o “consiéntete con esta nueva colección invierno 2011.”

Vivimos en una cultura donde el consumismo es un ícono. Estamos siempre aspirando a tener lo último que hay en el mundo de la moda, la última tecnología del mercado, el automóvil más nuevo, el “smartphone” más rápido, o simplemente “aquello que ésta de moda.” Pero si nos ponemos a pensar, pareciera que nunca estamos satisfechos con lo que compramos, porque a pesar que nos compramos la ropa de moda de esa temporada, la siguiente volveremos a comprar “lo más in” para esa temporada. Es un círculo vicioso, del cual nunca salimos, porque si no es una cosa en particular, seguramente es otra que “ya pasó de moda” y por lo tanto hay que sustituirlo con la versión nueva. Pero a pesar que el consumismo es un círculo vicioso, es algo necesario para poder brindar trabajos y dinero a nuestra sociedad.
 
Volvemos entonces a la pregunta esencial, ¿compramos porque realmente necesitamos las cosas, o porque estamos aburridos e ir de compras es una manera de distraernos y divertirnos? Así mismo, nos volvemos a cuestionar el tema del aburrimiento. ¿Será que podemos encontrar algo que hacer que no involucre el consumismo? Yo creo que así como mi padre ha logrado que la palabra aburrimiento no exista dentro de su vocabulario, todos nosotros lo podemos hacer igualmente. Esto no solamente nos evitaría caer a los pies del consumismo, sino que también nos evitaría caer en manos del materialismo.

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