Lago de Ilopango

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El Salvador

sábado, 12 de noviembre de 2011

Opinión y prejuicio

Sábado 25 de junio de 2011. Policía Foral de Navarra investiga posible atentado de bomba en la Plaza del Castillo. Día previsto para atentado: 11 de julio de 2011. Posibles sospechosos: la policía no tiene suficientes datos para determinar alguno aún.
¿No hay aún posibles sospechosos? Es evidente que en la sociedad en la que vivimos, o fueron los terroristas etarras, o los grupos islamistas. Los terroristas etarras últimamente han estado a la sombra de los atentados islámicos, siendo cada vez más débiles, por lo que es claro quiénes han sido los de la amenaza del día 11 de julio: los grupos islámicos.
A raíz de su odio contra los occidentales, los grupos islámicos se han aprovechado y han utilizado la religión islámica como bandera para justificar los crecientes atentados y fomentar el terror. No podemos permitir que esto le siga sucediendo a occidente, por lo que hay que ponerles un paro definitivo y radical.


Jueves 21 de julio de 2011. Asalto a la Joyería La Joya en el barrio de Salamanca en Madrid. Fue un atraco que ocurrió a las 11 de la mañana. El botín supera los 50.000 euros.

Una vez más, se suma un nuevo atraco a los ocurridos en Madrid y realizados por inmigrantes rumanos. ¿No se les reconoce y atribuyen suficientes derechos como para que vengan a España, y encima se dediquen a delinquir? No solo vienen a España en busca de mejor calidad de vida y se aprovechan del sistema sanitario, de la educación, entre otros, sino que parece que también vienen en búsqueda de otro fin: el crear la inseguridad. ¿Qué tipo de contraprestación es esta? ¿Nos la merecemos como tal todo el pueblo español?

Viernes 19 de agosto de 2011. Se celebró ayer en Ámsterdam, Holanda, el día del orgullo gay. Atendieron 24.622 personas de distintas nacionalidades. Se gastó un total de 2 millones de euros. Resultado: colapso, suciedad y disturbios.

Viendo los resultados de la marcha en Holanda, ¿valdrá la pena y planeamos celebrarlo en España? ¿Estaremos dispuestos a dedicar nuestros impuestos a una causa que desordena la paz social? Existen necesidades mayores en España como para estar derrochando el dinero en este día, que no tiene nada de orgullo en el fondo, pues no estamos orgullosos de los gays.


Tres fechas. Tres ámbitos distintos. Tres artículos. Un denominador común: los perjuicios derivados de la intolerancia. ¿De dónde se deriva esta intolerancia? Siempre estamos hablando de querer paz en el mundo, pero no hay forma de que coexistan la paz y los perjuicios en el mismo lugar. John Lennon con sus canciones sobre la paz, como son “Imagine” y “Give Peace a Chance,” nos idealiza el concepto de paz. Durante esos 3 minutos 14 segundos que dura la canción, nos sentimos con el deber de pelear por establecer la paz.
Pero al terminar la canción y empezar a sonar Justin Beaver, por alguna misteriosa razón se nos olvida ese objetivo tan ambicioso. Y ese es el problema, que no debemos empezar la casa por el tejado. Primero construyamos la base a través de la tolerancia y nos será más fácil acercarnos a esa idea tan idealizada. Es necesario que para lograr conseguir la paz dejemos atrás nuestros prejuicios basados en cuestiones de raza, nacionalidad, religión, sexo, u otras condiciones personales. Esto no se podrá conseguir de la noche a la mañana, pero tenemos que dar los primeros pasos.


Hecho por: Lucía Martin, Belen Anza, Carlota Pastor

miércoles, 26 de octubre de 2011

"Andar" con una familia de lejos

Cuando en una relación de novios llega el momento de separarse por motivos varios, como por tener que regresar al país natal, o por irse a estudiar fuera de casa o al extranjero, los dos jóvenes tienen una elección que hacer. Pueden, o comprometerse a seguir en la relación, a pesar de la distancia, o, pueden decidir que lo mejor es irse cada quién por su lado y así evitar algunos problemas que puedan surgir. En El Salvador, a aquellos que deciden seguir con la relación a pesar de la distancia, les decimos que van a seguir “andando de lejos.” A raíz de esto, se me ocurrió la idea de explicar, como en mi caso, cuando se trata de mi familia, he decidido andar de lejos. Obviamente no es lo mismo que un noviazgo porque un noviazgo puede ser efímero y la familia es para siempre, pero se puede usar la expresión “ando con mi familia de lejos” a efectos de esta redacción.
Primero que todo, “ando con mi familia de lejos” porque hay una distancia grande que nos separa, pues no están aquí en España, sino del otro lado del mundo. La mayor parte de mi familia vive en El Salvador, pues es mí país natal y donde he vivido toda mi vida. Al estar tan lejos, solo nos vemos dos veces al año, que es cuando tenemos vacaciones, en Navidad y en verano. Quisiera verlos más seguido, pero los factores distancia, tiempo, viaje, lo hacen muy difícil.
Segundo, “ando con mi familia de lejos” porqué al no podernos ver y estar todos juntos regularmente, la forma de comunicarnos más frecuente es el teléfono. Al ser el otro lado del mundo y haber 8 horas de diferencia, hablamos todos los días en las únicas horas que nos vienen bien a las dos partes, a mí a las 3 de la tarde y a ellos las 6.30 de la mañana.
Tercero, “ando con mi familia de lejos” porque al igual que una relación de novios a distancia, he discutido y me he enojado, ya sea con mi madre o con alguno de mis hermanos (con mi padre no porque nunca discute conmigo), en varias ocasiones. Estas discusiones suelen ser o por malos entendidos, o por frustraciones, o incluso por estrés.
Esto de “andar de lejos con mi familia” me ha hecho darme cuenta una cosa que, aunque mientras estaba en El Salvador ya lo sabía, aquí lo he venido a apreciar más: como la familia no hay nada. Al estar tan lejos de casa, añoro muchas cosas que ahora mismo no tengo o no puedo hacer. Poder almorzar o cenar todos los días todos juntos en el comedor, o poder comer comida rica hecha en casa, poder abrir la refrigeradora y saber que siempre hay comida, y si no hay algo en particular, no tener que preocuparme porque no me toca a mí ir al supermercado, entre otras cosas. Añoro poder compartir tiempo con mis padres en la sobremesa, o con mis hermanos cuando regresan de la escuela, poder jugar “wii” o ver películas, o simplemente salir a cenar y platicar con ellos. Así mismo, extraño poder darles un abrazo, o poder celebrar con ellos sus cumpleaños o alguna otra ocasión especial. Extraño poder llegar a casa y contarles sobre mi día con más detalle que por teléfono, o poder consultar alguna duda, o cuando estoy enferma que me consienta mi madre.
Esto no quiere decir que me arrepienta de haberme ido a estudiar tan lejos de casa, pues ha sido una experiencia maravillosa. Tampoco es la distancia un motivo para dejar que una relación se debilite o se deje de tener menos contacto con esas personas que dejamos atrás. Al contrario, dice un proverbio inglés “Absence makes the heart grow fonder”, que quiere decir, que ante la ausencia, crece nuestro deseo de tenerlo. Esta proverbio se puede aplicar para una relación “de lejos,” pues es cuando no están esas personas que más queremos y se incrementa nuestro deseo porque sí lo estuviesen. Por eso, al estar en una relación “de lejos” muchas veces apreciamos más los momentos que logramos estar con estas personas, pues sabemos que no siempre los tenemos cerca nuestro.

lunes, 17 de octubre de 2011

Cuando la palabra "aburrimiento" no existe

Cuando pensamos en estilos de vida, ¿qué exactamente se nos viene a la mente? ¿Pensamos en un estilo de vida en particular, o en varios estilos de vida que están interconectados el uno con el otro? Está claro y es muy visible el estilo de vida en ciertas personas, pero en otras personas es difícil encontrar uno en particular. Por ejemplo, es fácil determinar el estilo de vida de una persona ordenada, que tiene una rutina establecida en cuanto a los deberes y obligaciones que tiene que cumplir, que además participa en actividades extracurriculares o tiene tiempo para divertirse un poco, y además, consigue ser una persona que triunfa. Diríamos pues, que esa persona lleva un estilo de vida organizado y balanceado. Pero hay otras personas, por ejemplo, alguien que es una semana muy ordenado y sistemático en sus quehaceres, pero luego la otra semana decide que “necesita descanso” y no va a clases, ni estudia los fin de semanas, y decide irse de fiesta o de viaje, evadiendo de este modo sus responsabilidades. ¿Qué estilo de vida dijéramos que tiene la segunda persona en nuestro ejemplo? ¿Le denominaríamos de una vez un estilo de vida “desordenado que no sabe muy bien que es lo que quiere” o dijéramos que lleva un estilo de vida vago y fiestero ?

Al escribir este ensayo, me acuerdo mucho sobre las palabras que nos decía en varias ocasiones mi padre cuando yo o alguno de mis hermanos le decíamos “Estoy aburrido” o “No hay nada que hacer”. Estas palabras fueron: “Yo no los entiendo a ustedes, yo a sus edades nunca me aburría, es más, nunca me he aburrido en mi vida porque siempre encuentro algo que hacer, para mí la palabra aburrimiento no existe, no está dentro de mi vocabulario.” Qué interesante y motivante es escuchar que una persona nunca se aburre. Muchos probablemente nos preguntaremos cómo hace, porque estaremos pensando: “ciertamente alguna vez en su vida tiene que haberse aburrido,” pero si realmente nos ponemos a pensar es posible. El problema realmente no está en que no hay nada que hacer, sino en las soluciones que ha brindado la sociedad al problema del aburrimiento.

Soluciones como: ir de compras, o meternos a “Facebook” a ver qué hay de nuevo. Yo admito que soy muchas veces una víctima del consumismo. Cuando me quiero distraer un poco, o estoy aburrida, me voy de tiendas, e incluso termino comprando algo, muchas veces justificando la compra pensando: “si no me lo regalo yo misma, ¿quién más me lo regalará?,” o “esto es algo que voy a usar bastante” o la típica excusa de “me lo merezco y lo necesito”. Estas excusas no nos las inventamos de la nada, están siempre alrededor de nosotros, dónde sea que vayamos, veremos un anuncio publicitario que diga: “estas vacaciones vete de viaje, te lo mereces” o “consiéntete con esta nueva colección invierno 2011.”

Vivimos en una cultura donde el consumismo es un ícono. Estamos siempre aspirando a tener lo último que hay en el mundo de la moda, la última tecnología del mercado, el automóvil más nuevo, el “smartphone” más rápido, o simplemente “aquello que ésta de moda.” Pero si nos ponemos a pensar, pareciera que nunca estamos satisfechos con lo que compramos, porque a pesar que nos compramos la ropa de moda de esa temporada, la siguiente volveremos a comprar “lo más in” para esa temporada. Es un círculo vicioso, del cual nunca salimos, porque si no es una cosa en particular, seguramente es otra que “ya pasó de moda” y por lo tanto hay que sustituirlo con la versión nueva. Pero a pesar que el consumismo es un círculo vicioso, es algo necesario para poder brindar trabajos y dinero a nuestra sociedad.
 
Volvemos entonces a la pregunta esencial, ¿compramos porque realmente necesitamos las cosas, o porque estamos aburridos e ir de compras es una manera de distraernos y divertirnos? Así mismo, nos volvemos a cuestionar el tema del aburrimiento. ¿Será que podemos encontrar algo que hacer que no involucre el consumismo? Yo creo que así como mi padre ha logrado que la palabra aburrimiento no exista dentro de su vocabulario, todos nosotros lo podemos hacer igualmente. Esto no solamente nos evitaría caer a los pies del consumismo, sino que también nos evitaría caer en manos del materialismo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

60 minutos

—¿De dónde eres?— preguntó muy curiosamente, mientras me miraba con una cierta cara de confusión, puesto que al escucharme hablar sabía que mi acento no era muy castellano.

—Soy de El Salvador— respondí, teniendo en mente que era muy probable que él nunca hubiese escuchado sobre mi país, y en caso de haber escuchado algo, lo más probable es que hubiese sido algo negativo.
Giró la cabeza nuevamente, y enseguida me dijo que solamente sabía dónde quedaba y otras cuantas cosas que había escuchado por ahí, pero noté que había cierta inquietud en su voz, algo quería preguntarme pero no sabía si era apropiado, o si yo lo tomaría a mal. Finalmente se animó y me dijo:

—Pero si no tienes ningún rasgo típico de salvadoreña, aparte del acento, nunca hubiera pensado que fueses de ahí.

Empecé así, a contarle un poco sobre mi vida, mientras esperábamos sentados en una banca a que llegara el tren. Faltaba una hora.

—Para que se pueda situar históricamente, le contaré un poco el contexto de los hechos que ocurrían en mi país en el año 1991, año en que yo nací. El Salvador tuvo un conflicto armado, en el cual luchaban los guerrilleros, por imponer un régimen de izquierda que eliminara las diferencias sociales que marcaban y hundían al país, contra los militares, quienes luchaban para seguir con un régimen de derecha. Este conflicto armado tuvo como día-D una ofensiva final en 1989, año en que se suspendió el fuego. Pero, no fue hasta el año 1992 cuando se firmaron los Acuerdos de Paz que finalizaron por completo el conflicto armado.

Yo nací el 19 de marzo de 1991, hija de Eugenia, salvadoreña, y Antonio español, siendo así la mayor de tres hermanos, Cristina y Rodrigo. A los cuatro años, comencé el colegio, yendo a la Escuela Americana de El Salvador, donde estuve por 14 años de mi vida hasta que me gradué en el año 2009. Los años de colegio, así como la educación que recibía en casa, me formaron bastante como persona. Los años de colegio los disfrute en todo sentido: con mis amigas, en el equipo de futbol en el que participaba y jugábamos torneos, y también durante estos años aprendí cosas importantes como el triunfo en cuanto a las buenas notas, pero también el fracaso en cuanto a la aceptación a la sociedad de honores. Esto me hizo reflexionar y cambiar aquellos defectos que no me beneficiaban. Finalmente, me gradué del colegio en el año 2009, con honores y top 10 de mi clase, y entré a la Universidad de Navarra, adonde actualmente sigo estudiando en tercero de carrera.

Antes de haber comenzado la universidad, estuve haciendo varias pasantías, dos veces en el departamento legal de una empresa inmobiliaria y constructora, y la última en un despacho de abogados, para ver si realmente eso era lo que quería estudiar, y indudablemente sí, pues sigo estudiando Derecho y espero graduarme en 2013 para poder realizarme profesionalmente.

Varias veces a lo largo de la historia el señor me hizo preguntas de las cosas que le estaba contando sobre mi vida, pero me impactó sobre todo la última, que fue en relación a mi futuro. Siempre he soñado con poder trabajar en una compañía multinacional o incluso una organización internacional, siempre en el ámbito del Derecho privado, pero nunca me había planteado no volver a vivir en El Salvador.

A lo que yo le respondí diciendo:

 —Para mí, El Salvador es todo; es mi familia, es mi país natal, es donde están las personas y amigos que más quiero, y sé que al graduarme no voy a regresar directamente a vivir ahí. En un futuro sí deseo poder trabajar y formar una familia en el mismo lugar donde yo me crié. Lo único que me  lo impide es la situación social y económica en estos momentos, pues no es la más prometedora o atractiva para mí, y sé que si quiero lograr mi sueño profesional, tendré muchas oportunidades de trabajo en el extranjero y en un futuro formar una familia.

Al terminar, el señor me sonrió y me dijo:

—Te deseo lo mejor en todas las cosas que quieras lograr en un futuro. Con esfuerzo y trabajo se logran muchas cosas, pero con amor y amistad se logra todo.

El tren se aproximaba. Era hora de subir.

¿Juventud, divino tesoro?

Juventud: 1. Edad que se sitúa entre medio de la infancia y la edad adulta. 5. Energía, vigor, frescura. Real Academia de la Lengua Española.

Energía, vigor y frescura; tres palabras, que, a simple vista pueden parecer palabras comunes, pero que en mí han causado impacto. Son palabras fuertes, y ricas en contenido, que describen realmente lo que es la juventud. Son adjetivos que caracterizan a la gente joven, pues no hay joven que no las posea o las haya poseído en algún momento de su juventud, como es también el caso de los adultos, que igualmente fueron jóvenes.
Se puede hablar de energía, pues son precisamente los jóvenes los que más la poseen, son los jóvenes los que más tiempo aguantan cuando se trata de correr y hacer ejercicio, pues son, los que en teoría, en mejor forma física debieran estar. Son los jóvenes quienes aguantan 7 días seguidos en las Fiestas de San Fermín, durmiendo pocas horas, y aún así saliendo de marcha durante todas las noches como si fuera la última noche de sus vidas. Aunque diga algún adulto que él también aguanta el ritmo de fiesta de los jóvenes, y que es mentira que los jóvenes tenemos más energía, se estará engañando él mismo, pues, seguramente la recuperación no será la misma al día siguiente.

Se puede hablar de vigor, pues son los jóvenes los que tienen más ánimo, los más eficientes en las distintas acciones que realizan, los más astutos y creativos para inventarse mentiras que luego les dirán a sus padres para salirse de cualquier problema. Son muchos los adultos que reclaman acerca de la situación actual de nuestro mundo, que la crisis, el desempleo, la inseguridad, las pandillas o bandas terroristas, por mencionar algunas. Pero son más los jóvenes que realmente manifiestan ese sentimiento de insatisfacción y un deseo más profundo por que haya un cambio. Por lo tanto, son vistos como rebeldes, como desastrosos, incluso como peligrosos. Esto es lo que pasa cuando los jóvenes hablan, aunque el problema no recae enteramente en lo que están pidiendo o manifestando sino en los medios y formas que emplean.
Se puede hablar de frescura en dos conceptos, la frescura relacionada con la belleza y la frescura en el ámbito de preocupaciones. En el primero, se dice que los jóvenes poseen frescura pues son sus cuerpos los que están como nuevos, en la cara no hay arrugas de vejez, tampoco hay, en el caso de las mujeres, cicatrices de embarazos, ni tampoco caderas anchas. Las jóvenes tienen el cuerpo que toda mujer mayor a los 40 mataría por tener. En el segundo caso, la juventud es también la edad de la frescura, pues no existe verdadera preocupación. Esto los jóvenes pudiéramos argumentar que no es así, que realmente sí existen preocupaciones, que estamos estresados por la universidad, o por el colegio, o por conseguir prácticas. ¿Pero se comparan estas preocupaciones a las de los adultos?. ¿Se compara una preocupación como la de pasar todas las materias de tercer año, con la de tener un trabajo estable que pague bien para poder alimentar a una familia?. Existe frescura pues no estamos preocupados si llegaremos a fin de mes o no, porque sabemos que en un apuro, nuestros padres nos pueden dar un poco más de dinero, pero a ellos ¿quién les dará más dinero si a fin de mes no lograron pagar cuentas pendientes? Es cierto que tenemos muchas cosas de que preocuparnos, pero más que preocupaciones son más bien responsabilidades, que las tenemos que cumplir como obligaciones con nosotros mismos y también con nuestros padres.

Manifiesta Rubén Darío en su poema “Canción de Otoño en primavera” melancolía al mirar atrás aquella juventud que fue maravillosa en sus días, pero que así mismo fue efímera, y cuando menos sintió, ya la había dejado atrás. Es la juventud una etapa única, que no vuelve a vivirse nunca más, son los años que siempre recordaremos con más nostalgia, por ser estos años llenos de libertad, de experimentos, de cosas que solamente haremos siendo jóvenes, por lo que debemos aprovecharla y gozar cada minuto de ella. Fatal es el error que producen ciertas personas al querer saltarse la vida de joven por ser ya adultos, se arrepentirán algún día.